29 de febrero de 2012

Nacionalismo bizarro

No puedo evitar escribir una entrada a vuelapluma un 29 de febrero, el “ante diem bis sextum kalendas martias”, ya que es un acontecimiento regulado cada 4 años, pero no por ello menos excepcional. Para excepcional, el 29 de febrero de 2000, acontecimiento que sólo se repite cada 400 años, y día en el que vi por primera vez "American beauty" (gratis, por cierto). Quizá es por eso que cada vez que pienso en algo "excepcional" mi cabeza lo asocia al 29 de febrero y a esa película.



Pero, quizá por donde vivo y de donde me siento, la fecha que precede al 29 sea más conocida, el 28 de febrero, día de Andalucía. Me gusta que se celebren este tipo de fiestas, pero no me agrada que se politicen, añadiendo además tintes de odios viscerales frente a otras regiones. Tan absurdo es reclamar como propio un pasado épico sin apenas relación genética, con civilizaciones tartésicas, fenicias, griegas, árabes, etc, por parte de los habitantes actuales de Andalucía, como pretender realizar agravios comparativos respecto a los emigrantes a otras regiones. Todo el mundo sabe que adalides de, por ejemplo, Cataluña, descienden de andaluces: Serrat, Buenafuente, Carme Chacón, etc. E iguamente, personajes internacionales como Jean Reno, John Galiano, Albert Hammond o Rita Hayworth descienden de andaluces.



Es más, según el mapa de mi (a veces) amiga Mar, a Andalucía le corresponde el lugar del desértico Dorne de 'Juego de Tronos', lugar de príncipes conquistados, malogrados para anexionarse al imperio.
Recuperando el significado original de 'bizarro', creo que es bueno sentirse orgulloso de tu propia tierra, donde te has criado, donde has vivido y compartido. Pero veo más importante reivindicar el lugar donde te sientes a gusto, donde creces personalmente, donde te encuentras feliz, lugar que no tiene por qué ser el mismo que donde naciste. Me parece tan elitista e ignorante juzgarte por tu lugar de nacimiento como por tu color, raza o forma de hablar.
Las redes sociales en Andalucía
Nos encantan las etiquetas, y si es para reírnos de nuestros vecinos más aún. Catalanes tacaños, aragoneses cabezotas, vascos brutos, Madrileños chulos, gallegos pasivos, andaluces vagos... Gilipolleces típicas de la clase de ignorancia que se cura viajando, evitando coger la parte por el todo. Hay de todo en todas partes.

En cualquier caso, como dice Loquillo, todas las banderas son para quemar, todas realizan una separación, un "nosotros y vosotros" irreal y absurdo. Seamos inteligentes, hamijos, y rechacemos separaciones absurdas entre nosotros.

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Miguel Hernández - Vientos del pueblo me llevan

14 de febrero de 2012

Dios los cría

El 14 de febrero está reconocido mundialmente como el día de los enamorados. Un día en el que se supone que le tienes que demostrar el amor a tu pareja (o no) de alguna forma simbólica (o no).



La historia de San Valentín es de casi todos conocida. En la Wikipedia podeis encontrar el mito de este santo que vivió en el siglo III y que, según la leyenda más popular, casaba soldados que lo tenían prohibido a escondidas del imperio romano, y, tras muchas vicisitudes, murió por ello entre terribles sufrimientos a manos del emperador Claudio II por la ola anticristiana tan de moda por aquél entonces.



El caso es que la festividad de San Valentín, basada en mito o realidad, hoy en día es una de las muchas fiestas importadas del otro lado del Atlántico, en el que en los institutos, según nos cuentan las series norteamericanas, se coleccionan postales y la popularidad de los pobres chavales se basa en el número recibido de ellas. Para estos casos, recomiendo la festividad del 12 de julio (o el 18 de diciembre, según países)



Ya hablé de esto hace tiempo, y me sigue pareciendo insuficiente. Sesudos estudios psicológicos avalan definiciones del amor, datos empíricos solucionan las condiciones necesarias para encontrar el amor verdadero (no confundir con el definitivo). Hasta los matemáticos tienen una recta polar y una ecuación para ello.

La curva generada por la ecuación polar ρ=a(1+cos θ)



La recta equivalente a la ecuación (x²+y²-1)³ = x²y³  

En mi opinión, y aunque suene a tópico, se ha de enamorar a tu pareja cada día. Normalmente me tachan de moñas por decir cosas como estas en voz alta, probablemente con razón, pero no veo qué tiene de malo reconocer que el amor es un edificio se construye día a día, que debe tener cimientos bien afianzados. Quizá las desilusiones propias de no ser correspondido deberían conseguir que tirara la toalla y gritara “¡Abajo el amor!”, o que hiciera caso a mi abuelita con aquello que me decía cuando era pequeño, “El amor es una mierda”.


Simples detalles sin importancia. Sigamos con los tópicos. Si hay que celebrar San Valentín, que se celebre todo el año. Si hay que regalar algo que simbolice lo que se siente por otra persona, no soy de los de regalar en una fecha señalada, ni mucho menos algo caro.

Prefiero regalar tiempo, consejos, abrazos, atención, caricias, conversación, interés, besos, cariño, comprensión… O sonrisas, anocheceres, una canción, un cigarro compartido (o un canuto, quien fume), echar una mano, ver una peli, hacer unas risas, compartir una alegría… O, si nos ponemos materiales, un libro que me ha gustado, una flor especial, un poco de chocolate, una cena casera, cambiar una bombilla o incluso ponerle pilas al mando.


Hasta podemos mezclar todos los anteriores, aplicarlo diariamente y entonces, sólo entonces, sabríamos lo que es vivir un San Valentín diario, aplicarlo incluso si no te sientes correspondido. Porque, al final, la correspondencia es lo de menos, lo importante es lo que uno sienta y lo que te salga espontáneamente sin miedo a las consecuencias. Decía Gregorio Marañón: “El enamoramiento es un estado de imbecilidad transitoria. El amor es superar ese estado juntos


Cuando tenía 18 años y era un anciano de 70 que lo sabía todo, escuchaba música clásica y veía ciclos de Truffaut y nouvelle vage, San Valentín me parecía la fiesta del cinismo. Ahora que tengo el doble, soy un adolescente que cada día sabe menos de nada, escucha a OK GO! y disfruta como un enano con Guy Ritchie, me lo sigue pareciendo. Hay cosas, como caramelizar lo que ya es dulce, que realmente no son necesarias.

Así que no me hagáis mucho caso si digo que le den a San Valentín y a su día del amor, que el amor no es estar enamorado, que estar enamorado no es hacer regalos chorras, que regalar no hace que te quieran más, que te quieran es un acto de voluntad, que amar a quien te ama es el sentido de todo esto, lo que nos diferencia de las amebas, y que decir “te quiero” son sólo palabras, fáciles de decir, difíciles de hacer creer.


En algún remoto lugar de internet, alguien sonreirá y vomitará un arcoíris. Al fin y al cabo, 14-02-12=0

Lo siento por ti :)