7 de noviembre de 2012

Don't come in

Imagen cortesía de Hoy no debería pensar en nada

Hoy es un día para estar alegres, aunque sea noviembre, esté lloviendo y empiece a hacer frío. Es un día donde se han confirmado procesos que han llevado años de convencimiento, aceptación y asimilación por parte de la sociedad. Decisiones ratificadas que hace sólo 15 ó 20 años hubieran resultado impensables.


Pero los que perseveran lo consiguen, y la democracia, al menos, el sentir democrático, ha puesto un poco de orden en este loco mundo. Kurt Kobain, ese loco que llegó al final y ya no quiso volver, a veces hablaba de libertades desde el otro lado del espejo, esas que se heredan pero no se ganan. Esas que homófobos y racistas, reservistas de la espiritualidad o paladines de la ética y el gusto mal entendido, tienen que tragarse de vez en cuando.
El tuit con más RT de la historia

No involucro a nadie más, sólo hablo en mi nombre cuando afirmo: QUE SE JODAN los paladines de la virtud y la corrección, que la base de toda convivencia comienza por el respeto al otro. Y de eso se trata, de respetar lo diferente.

No es lo mejor, ni siquiera es lo menos malo, pero es mejor que la alternativa. ¡Y qué alternativa! No quiero vivir en una sociedad donde tenga que ponerme una máscara gregaria de Guy Fawkes para sentirme libre.


Porque lo mejor es que, dentro del individualismo en el que estamos educados, que no fomenta el bien común y de la sociedad, al menos puedo elegir qué y con quién equivocarme. Y también con quién no.


Disfrutad de este día, no sólo porque no habrá otro igual, sino porque hoy la libertad ha ganado un poquito de espacio para que nosotros la ejerzamos y nuestros hijos la disfruten. Para que nos podamos sentir un poco más libres.

31 de octubre de 2012

Canciones pródigas

¿Ya estamos otra vez con las listas? Pues sí, vamos a recuperar un clásico que desde aquellas sobre mis gustos y disgustos, e incluso sobre canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida, incluso españolas, hacía tiempo que no le daba un repaso.

Esta vez es el turno de esos hijos únicos que a veces tiene la música, esas canciones pródigas que, a veces, se instalan en tu memoria musical. Soy capaz de escuchar muchos estilos, incluso pueden atraerme distintos tipos sin importarme demasiado ni que esté de moda, ni que la letra sea incomprensible o incluso que la vida privada y/o pública de los compositores no sea todo lo adecuada que debería para su estilo.


Sin embargo, reconozco que tengo mis fobias. No es que aborrezca (bueno, a veces sí) al grupo o al intérprete, sino que no son de mi palo y, por tanto, no me gustan. Y si no me gusta, yo lo siento, pero no me gusta, y ni escucharlo constantemente en la radio o en el equipo de alguien hará que cambie de opinión.

Eso no significa que abomine, lo difame o no sean buenos. Como músico aficionado, reconozco que hace falta tener mucho valor para subir a un escenario y trabajar en el mundillo de la música (que tiene muy poco que ver con lo que nos cuentan) y mucha suerte y perseverancia para triunfar si realmente se merece. Cuidado, que no hablo del talento o el virtuosismo, porque de ambos están llenos los andenes de los metros del mundo.

A veces, esos grupos o intérpretes a los que rechazo, insisto, porque no me gustan, tienen una perla, una pepita de oro, a la que me agarro para justificar mi misantropía musical. Se trata de un tema, uno solo en toda su carrera musical, que me parece una joya, una maravilla, y demuestra que, efectivamente, el talento, la inspiración y el saber hacer forman parte de la profesión del grupo o intérprete, y que yo, en mis limitaciones, no he podido, no he querido o no he sabido valorar.


Aunque también está la opción de que no me guste porque se vaya a lo fácil, a la fórmula que ha dado beneficios y no se innove en 30 años. A los Rolling les ha funcionado 50 años. A Víctor Manuel y a Estopa también. ¿Por qué cambiar algo que ya tiene su público? Bueno, Búnbury lo ha hecho. Por eso en cada disco con un estilo nuevo gana y pierde adeptos de distinta condición. Pero él es él y, te guste o no, es un personaje único.

A continuación les dejo algunas de las canciones pródigas que me parecen una auténtica maravilla, de artistas y grupos que no me gustan, e incluso me dan algo de grima. Insulten, comenten y hagan su propia lista en los comentarios o en twitter.

Cuando el mar te tenga – El último de la fila
Creo que le cogí asco a este grupo por lo pesado que era mi hermano, todo el santo día escuchándolos. En casa, en la radio, en el coche, en el trabajo, en reuniones familiares, en cumpleaños, en navidad… Me caen estupendamente y son un par de monstruos, incluso a Manolo García le he visto en directo varias veces (por imposición, claro) y reconozco que es un máquina.

Pero que no.

Sin embargo, este tema se me metió en las venas escuchándolo un verano adolescente de principio de los 90 muerto de calor, mientras esperaba a que me pusieran una cerveza (no creo que tomara copas en aquél entonces). Me llenó tanto que incluso pensé que era una versión (hubo algunos imitadores de EUDLF por aquella época) de alguna otra canción que había oído de niño. Pero no, es original e intransferible de estos catalanes inclasificables y me sigue llenando como el primer día.


Hoy todo va al revés – Anotnio Orozco&Tote King
El que me conoce sabe que el movimiento del estilo rockero-cantautor-sufridor que encabezó en su momento Sergio Dalma no me va. Nada de nada. Si a esta combinación le añades el 'flamenquito', ya has terminado de conseguir que me den ganas de arrancarme los oídos. Pues eso, más o menos, es el estilo Orozco para mí.

Recuerdo que pasé casi un año en una oficina estilo americano, compartiendo espacio con 10 compañeros más, con Kiss FM de fondo, escuchando una y otra vez, UNA Y OTRA VEZ, el lamentoso y lamentable “devuélveme la vida” de Orozco, a veces solo, a veces con Malú.

No sé cómo sobreviví cuerdo a esa etapa de mi vida. Tampoco cómo, un par de años después, tras tragarme dos horas de concierto para hacerle dos preguntas al final y que dijera que no le apetecía, no le hice comerse el micro a Malú. En fin, este tema demuestra que, si se quiere, se puede. Tremenda mezcla de rock, funky y hip hop con el amigo Tote.


Rutinas – Chenoa
De esta chica hay poco que decir. Tiene una voz increíble, una personalidad arrolladora y un estilo entre chabacano y divino que me pone. Evidentemente, no es mi rollo aunque le deseo todos los éxitos. Me gusta mucho este tema, el estilo, la atmósfera, las guitarras, los cambios de ritmo, la letra… No sabría decir exactamente por qué, pero me relaja mucho.


Un día en el mundo – Vetusta Morla
Se supone que para molar hay que tener algo interesante que decir y además revestirlo de una estética con la que tus seguidores puedan identificarse. Este grupo madrileño, que empezó tocando en colegios mayores, no cumple ni una cosa ni la otra. El escuálido cantante de voz extraña pronuncia palabras que forman frases, y a su vez éstas frases conforman canciones... Que no me dicen nada. Absolutamente nada. Que alguien me explique qué coño significa esto:

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar
Copenhage

Sin embargo, éste tema me atrapó en su momento, quizá por su versión acústica (que recomiendo buscar) rodada en un plano secuencia desde su casa hasta la FANC Callao. O quizá por el estribillo, despechado, retador y a la vez entrañable. O quizá porque en el momento en el que la escuché la tarareaba una y otra vez. Pero bueno, aunque no me digan nada, yo soy feliz de que su juego me haya dejado así.


Alejandro Sanz – No es lo mismo
Aborrezco que este chico vaya de andaluz cuando es de Moratalaz, por mucho que sus padres sean gaditanos. Ketama, por ejemplo, llevan lo de ser madrileños estupendamente. Eso entre las muchas cosas que me dan asquete de él. Pero este chico ha formado parte de mi vida casi desde sus inicios. Mi primera novia, a principios de los noventa, le adoraba cuando pisaba fuerte e iba de chachiguay. Un amigo gay le idolatraba y tenía el corazón partío por él a finales de la década. Algunos de los trabajadores de la primera empresa en la que trabajé estuvieron de gira con él durante un año y no les dirigió la palabra a ninguno de ellos en todo ese tiempo. Y yo cada vez le cogía más asco.

Pero hace unos años, oh maravilla, Alejandrito se enguarró, le dio por rapear, ir de enrollado y componer un tema no sólo digerible sino chulo y reivindicativo que, maldita sea, hasta me parece divertido. Pues nada, bendita excepción: que le vaya de madre.


Todo – Pereza
Lo peor de ir de malote es que detrás se esconda un moñas, un puto moñas. Comprendo que la música está para ganar dinero y para eso el rock and roll está pasado y tiene un público minoritario. Comprendo que Los Rebeldes tuvieran su momento y hoy en día un grupo de rockabilly que apesta a testosterona tendría poco éxito. Comprendo que tener un directo impecable labrada en miles de actuaciones, una estética descuidada-estudiada y unos amigos en la compañía que te apoyan cuando se te ocurre la feliz idea de bombero de REPETIR un disco entero con duetos con tus colegas, creyéndote, qué sé yo, U2 o Springsteen, es un valor añadido a lo que puedes aportar. Pero, insisto, lo que es imperdonable es ir de rebelde y malote desde el púlpito del rockandroll y cantar al amor más empalagoso.

Pero, cuando escucho este tema, recuerdo que su letra definía exactamente mi situación en aquél 2006. Escucharla entre besos y abrazos, repitiendo “todo todo…” mirando a los ojos y sintiendo que estás viviendo un momento especial, es algo que sólo pasa una vez en la vida. Y sólo por eso les tengo respeto a estos moñas que cantan con más desgana que arte.


Fuera de lugar – Revólver
Me remito a la argumentación anterior, y además añado: el rock exige una estética, y sólo unos pocos elegidos tienen el derecho a estar gordos sobre el escenario y seguir siendo la puta hostia. BB King o Van Morrison por ejemplo. Carlos Goñi es un gran compositor, a pesar de imitar en todos y cada uno de sus discos a Bruce Springsteen, pero siempre ha sido un falso rockero. Y es que, amigos, cantar de la pena del desamor lo hace cualquiera. Pero escupir a la tristeza, hacerle un corte de mangas y cagarse en todo con la suficiente elegancia y chulería, esgrimiendo una sonrisa sardónica, eso, amigos, ¡eso es rock and roll!

Pero con este tema, exactamente con éste en acústico, el colega me ganó. Lleva veinte años cautivándome, haciéndome hervir la sangre y bombear adrenalina cada vez que la escucho. Y, a estas alturas del partido, han sido muchas. Joder, escucho los coros de Casañ, la base rítmica o los rasgueos de guitarra y se me ponen los putos pelos como escarpias. Inmejorable.


Laura no está – Nek
Vale, no os riáis. Es evidente que este chico no es santo de mi devoción, pero le reconozco que, a pesar de ser un claro producto mediático, su referente musical es Sting, lo cual es un buen principio. Y además compone sus propios temas que, aunque no me gusten, tienen calidad musical suficiente.

El caso es que, para mi horror, este tema me gustó desde el principio y ahí sigue, con su estribillo pegadizo y su cadencia al entonar los finales. Y esta sí es una forma elegante de ser moñas.


Sangre española – Manolo Tena
¡Ay, Manolete! Cantas en ‘Alarma!!’ después de inventar el “teatro rock” con ‘Cucharada’, un grupo relativamente aceptable de los 80 aprovechando el reflujo de la movida madrileña, te exiges triunfar en solitario, un éxito que a pesar de tus amigos no llega, te vas a Miami a triunfar y componer, consigues hacer un disco lleno de éxitos fáciles, una gira con tus amigos que se apropian de un tema ajeno (‘Contamíname’ de Pedro Guerra) y ganas lo suficiente como para sacar algo modestito de vez en cuando y vivir holgadamente los próximos 20 años. Y todo esto sin cambiar tu cara de pasmao y tu aire de chulería.

En fin, que no me cae muy bien, pero le reconozco su talento como compositor, que es en lo que se gana la vida realmente. Sobre todo cuando escucho este temazo que, por mucho que he buscado, no he encontrado instrumental. Una preciosa melodía con una letra acertada que enamoró a mujeres de todas las generaciones. A mi madre, por ejemplo.


Contigo - Joaquín Sabina
Finalizo esta entrada con Sabina, el bardo de la clase media durante generaciones, letrista excepcional y compositor de varios himnos generacionales, que me aburre hasta la extenuación. No quiero crearme enemigos, simplemente diré que el rollo cantautor no me va nada, y Sabina es su paradigma. Su afán de convertirse en el Bob Dylan hispano a veces le hace parecer ridículo, empezando por el bombín y acabando por esas poses ridículas, y más desde que ha dejado de fumar.

Pero su talento es indudable, y su falta de cualidades vocales (a imagen y semejanza, y también a la sombra de Bob) no impiden que sea el creador de uno de los temas románticos más preciosos que he escuchado en mi vida. Sin reproches ni pagafantismo, sólo amor incondicional, de ese que cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.

10 de septiembre de 2012

Tapper Wars


Antecedentes:

8 de febrero de 1904: Rusia lanza un tupper de borsh congelado en la zona de Manchuria, acto que Japón considera hostil. Comienza la Guerra Ruso-Japonesa

28 de junio de 1914: el estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip arroja un tupper de estofado de mućkalica al archiduque Francisco Fernando de Austria. Comienza la Gran Guerra

1 de septiembre de 1939: Alemania lanza un tupper de bradwurst con chukrutt a la frontera de Polonia. Comienza la Segunda Guerra Mundial

25 de junio de 1950: Corea del Norte arroja tappers de pollo kon-bao a la localidad surcoreana de Pusan. Comienza la Guerra de Corea

5 de junio de 1967: Israel lanza tappers de hummus a bases aéreas egipcias en la Operación Foco. Comienza la Guerra de los 6 Días

22 de septiembre de 1980: las tropas de Saddam Hussein arrojan un tupper de kebab con falafel a la provincia iraní de Juzestán. Comienza la guerra Irán - Irak

7 de octubre de 2001: en represalia por tirar sendos tupper de cordero especiado a las Torres Gemelas, EEUU y una alianza internacional comienza a arrojar tuppers de alitas de pollo congeladas para hacer salir a Osama Bin Laden de su escondite. Comienza la Guerra de Afganistán

10 de septiembre de 2012: Sandra Peralta, madre de dos niños, lanza un tupper a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en el colegio público Virgen de Navalazarza de San Agustín del Guadalix

¡TENGO MIEDO!
¡ES EL PRINCIPIO DEL FIN!



8 de septiembre de 2012

Publi molona I

Titulo así esta entrada con la ilusión de obligarme a comenzar una serie que continúe en el futuro, la verdad, con más voluntad que esperanza. No sólo por mi escasa disciplina sino por lo desesperante que es comprobar que hay vídeos que ya no existen cuando repaso entradas antiguas y me paso horas encontrando una nueva fuente fiable (si existe) a la que referenciar el contenido anterior. Pero ya que en otras ocasiones he hablado de publicidad, ¿por qué no intentar hacer una serie propia?

Creo que de todos es conocida mi afición por la publicidad. Si no fuera ingeniero, informático, periodista o emprendedor, seguramente sería también publicista. De hecho, durante varios años mi medio de subsistencia fue la publicidad pura y dura, la del briefing, el guión de campo, el montaje, las presentaciones convincentes y el reclamar facturas durante meses. Vamos, lo normal en la empresa publicitaria.

Ejemplo de publi mierder, a la española, "espicilistas asisitidos", seguramente realizada por el hijo del cuñao de alguien, que sabe mucho de publicidad y de informática

Me gusta la frescura, la originalidad, el impacto, lo representativa que es la publicidad de la sociedad del momento (Mad Men es un excelente ejemplo), el juego de emociones, los cambios de mentalidad... ¡Hasta la manipulación voluntaria a la que nos sometemos!

Que nadie se moleste, pero el periodismo es el hermano pequeño de la publicidad, ambos forman parte del concepto de comunicación, y ésta a su vez es la cuarta parte del marketing, lo cual debe ser una cura de humildad para los que defienden el exclusivismo informativo de los medios de comunicación. Para informar hay que comunicar, y para comunicar con eficacia también hay que vender lo que se informa. Algunos comunicadores son auténticas fuentes de sabiduría pero tienen una lectura tan tediosa que el mensaje se pierde en las formas. Defecto del que también adolecen los textos académicos, que parece que cuanto más innecesariamente enrevesados, más ínfulas de importancia tienen. Comunicar también es vender lo que se comunica.

- ¿No es genial? No tenemos que pagar nada por el granero
- ¡Sí! Y hasta la comida es gratis
Facebook y tú. Si no estás pagando por ello no eres el cliente. Eres el producto siendo vendido 

En fin, concepciones aparte, algo que me gusta mucho es cuando se aprovechan recursos de conceptos anteriores para hacer cosas nuevas. Por ejemplo, veamos el siguiente cartel de la película "La red social" (2010)
Celebérrimo el lema de esta película: "No haces 500 millones de amigos sin ganarte algunos enemigos"

Cartel que, con todo el morro y el gracejo de una serie que en ningún momento pretende tomarse en serio a sí misma, y aprovechando las relaciones previas con la película, es copiado descaradamente por la producción basada en el cómic "The walking dead" (2010) con motivo de haber llegado a los 10 millones de fans en Facebook.
"No consigues 10 millones de fans sin comerte a unos cuantos"

Este mismo ejemplo de "publi de publi" lo vimos en este mismo blog con sendos acojo-spots de Volkswagen y la película Thor (2011)

Pero demos una vuelta más de tuerca al concepto publicitario. A veces las nuevas tecnologías permiten a los publicistas inventar formas de difundir su marca de formas. En los siguientes ejemplos os dejo una imagen y el enlace, porque es mejor que juguéis en su propia página. En 2010 se realizaron varios experimentos en Youtube, uno de ellos la campaña para la película de Stallone "The expendables" (2010), que no te permitía interactuar, es decir, era pasivo.
Qué grande es el cabrón 

La agencia Buzzman logró ese pasito adelante, usando el término "interactividad" (que suena tan casposo como "multimedia"). En el mismo año 2010 lanzaban una campaña para Tipp-Ex, en la que un oso y un cazador tenían sus diferencias, pero era el usuario el que decidía qué pasaría entre ellos. Sin duda, era un paso adelante para la época, y más contando con la complicidad de Youtube que, por fin, empezaba a lucirse y rentabilizar toda la inversión en servidores.
  La campaña The Tippexperience 2010

La idea debió gustar, porque dos años después, la misma agencia y la misma marca (sin reinventarse demasiado, todo hay que decirlo, más que afinando y mejorando la calidad) han repetido con el mismo esquema, siendo esta vez el usuario el que elige el año en el oso y cazador actúan. Es sorprendente la cantidad de recursos y material empleados en una campaña publicitaria distinta, que corre el peligro de no aprovecharse del todo. En cualquier caso, en los comentarios de ambos vídeos están las claves para aprovechar los recursos.
La campaña The Tippexperience 2 2012

En fin, motivos hay más que suficientes para que me guste la publicidad, prácticamente una ciencia. Estas nuevas tendencias van cambiando de nombre con los años, y ahora a lo multimedia, a lo interactivo, se le llama gamificación (de game, 'juego' en inglés). No me gusta nada usar neo términos anglófonos pudiendo inventar nuestras propias palabras, como "ludificación", pero allá cada uno y su fashionability. Esto es publicidad, y sólo los más valientes cambian el mundo.

26 de agosto de 2012

Miedo al amor

Bicheando y descubriendo nuevos talentos, me encuentro con una poetisa de la actualidad: Belén Reyes. Es ella la que dice:
“Crecer es pasar por la piedra del sistema, ponerle un bozal al corazón. No conozco a nadie que en un momento de su vida no se haya tenido que poner un bozal en el corazón

Pues aquí tienes a uno. No es cuestión de bozales. Ni de correas, ni de muros. Es cuestión de olvidar lo que no quiero y luchar por lo que quiero. Eso te hace ser más exigente y menos paciente. Y también hace que canalices tu fuerza en lo que te merece la pena, apostando fuerte por ello.

Quizá por eso, el tipo que me mira desde el otro lado del espejo ha multiplicado sus canas en el último año.

Quizá por eso, a ese mismo tipo sólo se le nota alguna arruga cuando ríe socarrón, sin motivo aparente. Porque no sólo no ha perdido la fe, sino que cada vez cree más en el poder del corazón y su propia libertad.

Y porque es consciente del riesgo del dolor a lo bestia, pero no sólo no le da miedo sino que apuesta más fuerte por ello.

Porque me niego a tener miedo al amor.


"Quien nos amó a lo loco nos dejará a lo bestia"
Imagen cortesía de Mónica Gae

13 de agosto de 2012

Esos malditos zulúes

Cuentan los mayores que hubo un tiempo, buenos tiempos, en el que los veranos eran terrazas sin empedrar, con enormes sillas de forja que suavizaban su rigidez entre cojines y respaldos, humo de tabaco y chinas dosificadas en papelillos, música de grupos españoles autoeditados sin pretensiones, noches de calor sofocante refrescadas con la humedad de las plantas regadas al anochecer.

Cuentan estos mayores con nostalgia que aquellos tiempos de movidas madrileñas y ‘Bienvenidos’ eran divertidos y auténticos, no como los actuales en los que lo moderno se confunde con lo auténtico, y lo primero siempre es más caro sin identificarse necesariamente lo segundo. Y lo cuentan arrugando los ojos, apurando un Ducados (o un Ducados Rubio, los traidores conversos) y dando un largo trago a un brebaje traslúcido semiespumoso, en el que flota media rodaja de limón, mientras el vaso que lo contiene exuda rocío nocturno.

"Trae pacá, coño"

He de reconocer que nunca he sido muy de gin tonics ni de bebidas espirituosas aromatizadas. Ni vodka, ni aguardientes, ni mucho menos ginebra. Aún me estremezco cuando recuerdo, hace tantos años, una borrachera basada en gintonics de una ginebra de marca desconocida para mí, pero “de toda confianza” para el tabernero. “La segunda marca de Larios, que es ginebra de la buena, de fiar, de aquí. Como el segoviano, el whisky DYC, que es el mejor whisky del mundo. No como las mierdas esas que nos traen a España, que son los rescoldos del fondo del barril, y eso sí que es malo. Tú fíate de mí, chaval, que sé lo que me digo, que con esta ginebra no se te va a derretir el cerebro”.

No me hubieran hecho falta tantas explicaciones, sólo por el precio ya la hubiera pedido de todas formas. Era joven. Y estúpido. Y tenía sed . Pero no dinero. Y quería probar cosas nuevas. Y tampoco conocía aquél latinajo de “Excusatio non petita…”. Creo que aquella ginebra se llamaba “El Consorcio” o algo así.


Tras una convalecencia de dos días, en cuanto me pude mover decidí ir al bar donde me habían servido aquél maldito líquido de frenos, aromatizado con las hierbas que crecen a los pies de los árboles de las aceras, esas que aguantan hasta las meadas de los perros, y lancé un par de piedras a la fachada, jurando por la Reina Madre que jamás volvería a beber ginebra ni a hacer caso a ninguno de estos “mayores”. Hecho lo cual, regresé a mi casa como pude, convertida en eventual clínica de desintoxicación, a continuar con el tratamiento de aspirinas y agua de arroz contra la diarrea.

He mantenido esta promesa durante varios lustros, cambiando de bando en la eterna batalla “Bebedores de Whisky – Bebedores de Ron”, similar a la épica “Vampiros Vs. Licántropos”, renunciando a la cerveza en favor del tinto con limón, e incluso, en los últimos meses, renunciando al humo del tabaco por evitar los pitos pulmonares nocturnos. Sí, esos que suenan como señores pequeñitos pidiendo auxilio desde lo más profundo de mi caja torácica (socorooooo, auxiliooooooo, sacadnos de aquiiiiiiiii) y a los que sólo se les calla con un fuerte y profundo carraspeo desde el fondo de los pulmones.

Volviendo al asunto que nos ocupa, la tentación de volver a las andadas haciendo experimentos alcohólicos nunca ha sido lo suficientemente fuerte como para volver a sucumbir, al menos con este combinado. Porque en eso consisten las tentaciones: caer irremediablemente en ellas suponiendo que el beneficio compensará el perjuicio, corriendo el riesgo de que quizá no será así.

Pero hace unos días cayó en mis manos un magnífico artículo de Pablo Martínez Zarracina, en el que, con tremendo estilo y clase, se habla del esnobismo imperante en Bilbao sobre esa humilde bebida, artículo que ha convulsionado los mentideros de las redes, y en el que se cuestiona el excesivo barroquismo decadente con el que se adorna este cóctel. Transcribo literalmente el último párrafo, que no tiene desperdicio; de lo mejor que he leído últimamente:

Todo es un pequeño despropósito. Sobre todo cuando hablamos de un trago viejo, noble y humilde. Cualquiera que haya visto a un inglés de cierta edad prepararse un ‘gin and tonic’ sabe que no hay lugar para tanta pose. La receta clásica sería algo así. Se coge un vaso cualquiera y se le quita el polvo, o no. Si encuentras algo parecido a hielo en algún lado, se echa una piedra. Ginebra a discreción. Tónica, un poco, cualquiera, si hay abierta, tampoco es imprescindible. Rodaja gruesa de limón y golpecito con el dedo o con el cuchillo que ha cortado el limón (en su libro ‘On Drink’ Kingsley Amis permite que las mujeres y los niños utilicen un cuchillo limpio). A continuación, todo para adentro. Y Dios salve a la Reina. Y que vengan esos malditos zulúes si se atreven, soldado Owen.



Uno no puede controlar siempre su realidad circundante. Es más, soy de la firme creencia que intentar hacerlo y/o mantener el tipo siempre y en todo momento tiene más de inseguridad y sosería que de madurez emocional, aunque este es otro asunto. Con estos antecedentes, en fin, y con el recuerdo ya lejano de aquél anticongelante embotellado que casi partió en dos mi joven e inexperto hígado, situémonos un viernes noche de agosto en el que sufrimos las consecuencias de una ola de calor que ha asado a fuego lento España entera, torrando especialmente el sur. Tras disfrutar de un magnífico concierto de Goran Bregovic en el que bailé como un demonio, cualquier tentación me parecía aceptable. Incluso la de sucumbir a las poses y oropeles forzados del cóctel que siempre ha quedado fuera de mi definición de “cubata”.

En mi ignorancia, y cargado de curiosidad, me dejo asesorar por el camarero, que me presenta a unos tales Brockmans con tónica 17/24, acompañado de media rodaja de pomelo. No conozco ni a Brockmans, ni a su amiga 17/24, ni sé si me caerán bien, y no estoy muy seguro del resultado final ni de si la combinación explotará en mi estómago, convulsionando mis interiores en honor a aquellos recuerdos atávicos latentes que tantos años de ron dulzón han enterrado. Pero ya que he llegado hasta aquí no me voy a quedar por el camino que he elegido. Avanti con tutto.

Ahí vamos, con un par. Parafraseando a Martínez Zarracina, observando con desprecio a esos modernillos que derriten el hielo sujetando su copa de balón con la palma. Para dentro todo, de un buen trago. Y si hay que escupir el pomelo, se escupe. Y, joder, con uno de los cubitos de hielo que me han puesto en el vaso se chocó el Titanic. Y, vaya, sabe raro pero me gusta, aunque tenga que masticar trozos de pomelo a cada trago. Y después de medio vaso, paladeando este extraño sabor indefinible, me viene a la mente el pensamiento de que en este momento pueden venir Napoleón y sus gabachos si tienen cojones, que yo de aquí no me muevo sin beberme otro. Y que viva La Pepa y las Cortes de Cádiz.
¡¡Ahí vamos, sin miedo!! 

Envalentonarse siempre es un error. Recurrir a recursos literarios patrios, un golpe bajo al lector. Perderle el miedo al enemigo es otro. Que las ostias llegan cuando te confías de donde menos te lo esperas, quizá es el consejo más importante.

Antes de continuar con esta narración, quizá deba pararme a aclarar ciertas consideraciones a vuelapluma acerca del pepino:
- ODIO el pepino
- Me encantan las verduras, hortalizas, cereales, frutas y todo lo vegetal en general, pero ODIO el pepino
- El gazpacho me lo bebo si no pienso que uno de sus ingredientes es esa espantosa hortaliza. En cuanto lo recuerdo, mis intestinos burbujean
- Prefiero masticar cristales rotos antes que comer una ensalada de pepino
- Mi lema vital es: “contra el pepino, tolerancia cero
- El pepino es mi kriptonita

Dicho esto, queda clara mi opinión respecto a esta honrosa hortaliza, contra la que no tengo nada, pero que no soporto. Un poco como lo que siento hacia Sánchez Dragó. O hacia Javier Bardem. O hacia Alejandro Sanz. Necesarios, respetables, trabajadores, dignos, honrados, pero que no forman parte de mis preferencias. Más bien de mis antipatías. Y además, seguro que se comen los pepinos a bocados. Por eso, y otras cosas, prefiero ignorarlos. A los pepinos también.

Pero claro, como ya he dicho, las tentaciones es lo que tienen: puede que no te agraden. ¿Y quién dijo miedo? Vamos a por el segundo.
La amargura hecha bebida. Entre los hielos se esconde el culpable de mi injusto malestar

A imagen y semejanza de la “Muerte por chocolate” para los románticos empedernidos (delicioso postre que recomiendo degustar sólo si los niveles de glucosa son normales), la ginebra Hendrick’s, con tónica Fever Tree y rodajas de pepino a discreción, es una oda a la amargura, la bebida ideal para los compositores de fados, tangos y saetas. Estoy seguro que Jane Austen se tomaba este combinado por garrafas mientras escribía sus lacrimógenas novelas ente sollozos, y que la locura de Lovecraft escribiendo “Los mitos de Cthulhu” le llegó en una indigestión tras la euforia coctelera de este trago con ginebra, tónica y, sobre todo, pepino.


Al menos he podido confirmar de nuevo que la diferencia está en los detalles y que quizá, aun con peor cara que el Fary comiendo limones, hubiera podido trasegar con este combinado. Pero el efecto del pepino en mis delicados órganos sensoriales es lo que tiene, que me mete en el paladar, en las fosas nasales, en el cerebro, y ya todo me sabe a lo mismo, por mucho que lo intente remediar, por ejemplo, solicitándole al extrañado camarero concentrado de limón, o exprimiendo pomelo a lo bruto sobre el vaso, como medidas desesperadas, murmurando maldiciones al dios de los cubatas y a su séquito de acólitos pijos.

En definitiva, el experimento llegó a su fin de forma abrupta por intoxicación con hortaliza curcubitácea,  acompañado de agosticidad, nocturnidad y descenso en los niveles mínimos de canalleo para aguantar el tipo a esas horas. Actualmente ignoro cuál es el sabor y la textura de la ginebra y la tónica elegidas, y cada vez que intento recordarlo mi boca se llena de saliva amarga y mi sistema digestivo reacciona intentando expulsar el contenido del estómago, así que dudo que lo averigüe próximamente.

Sirva en mi descargo que las ensaladas de verduras no solían entrar en mis preferencias a la hora de tomar una copa. Me conformo con un ron dulzón (preferiblemente Captain Morgan Old Spiced) con Limón&Nada (ese que no tiene nada más que limón, azúcar, aromas, ácido ascórbico y betacaroteno como colorante) con trocitos de cítrico, aunque no es imprescindible. Vale, es una mariconada, pero a mí me gusta. Blandito que es uno.

Y es que esos mayores a los que me refería a principio tienen razón cuando echan de menos aquellos tiempos en los que los veranos eran veranos y no “escapadas”, se torraban durante el día para lucir brillos por la noche, y hasta el agua de los floreros eran fuentes de esencias marinadas donde aliviar aquella sed incansable. Supongo también que deben estar hechos de otra pasta, sin duda más fuerte y resistente que la mía, si son capaces de aguantar a sus años la ingesta continuada del clásico Larios con Kas (“Nuestra tónica”, decía Luis del Olmo, ¿recordais?) sin más hierbas para aromatizar que las que aliñan el tabaco.

Y les doy la razón sin paliativos si al leer esta entrada, alguno de ellos masculla: “No valéis paná”. Para los gintonics, yo, desde luego, no.

9 de agosto de 2012

Póngame lo mismo que a ella

El 8 de agosto es el aniversario de un hito en la historia del periodismo: en 1974, Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, dimite por el escándalo Watergate. También el español Juan Pérez (no había nombre más humilde) descubre la canadiense isla de Vancouver y nacen The Edge, guitarrista de U2, Paul Dirac, físico, Dino de Laurentis, cineasta, o Esther Williams, sirena.

Sin embargo, el ser humano es peculiar y no recuerda ni esta clase de victorias frente a la maldad (pequeños pasos en el orden frente al caos natural) ni los aniversarios de personalidades que han marcado a su manera la historia reciente. La humanidad, como digo, es peculiar, y prefiere rememorar, e incluso celebrar, días temáticos como el Día Internacional del Orgasmo Femenino.


Qué guapa era Meg Ryan, qué pena de mujer. Atentos a la última frase

El orgasmo femenino, ese gran desconocido, debería ser de obligado cumplimiento. De hecho lo es, y no me refiero a algún lejano país con leyes extrañas (o quizá sí) sino a Francia, en el que hasta un hombre fue condenado a pagar una indemnización a su mujer por no mantener relaciones sexuales con ella. En Francia se toman muy en serio el sexo, sobre todo porque parece que afecta directamente en la esperanza de vida de las mujeres.


Grande, grande Merovingio. Aquí también lo puedes ver

Parafraseando a Arnold J. Toynbee, el castigo de los que no se preocupan por la satisfacción de su pareja es que pueden ser sustituidos por quien sí se preocupe. Y no me refiero necesariamente a amantes bandidos, sino a pequeños amiguitos de látex o similares del tipo "no salga de casa sin ellos", con los que algunas mujeres son capaces de sustituir el contacto masculino. Una auténtica y verdadera pena, no sólo por lo artificial del asunto (que en pequeñas dosis es fantástico, pero puede llegar a generar adicción), sino porque definitivamente a estas alturas del siglo, o bien los hombres no aprendemos, o las mujeres no saben enseñar.

Con lo divertido que es el uso y disfrute de los juguetitos en pareja

En fin, no entro en discusiones sobre si realmente es necesario dedicarle un día al orgasmo femenino, aunque cuando queráis hablamos del desprecio al masculino (que no es "Plof!" y "YATA", al menos no para mí). Como anécdota es divertida y sirve para cachondearse y añadirle un poco de humor a estos días tan complicados.







Bien, pues que no se diga que por mi parte no lo intento con ahínco, siempre que puedo y con quien quiero. A todas vosotras, que os mereceis no uno sino 365 días del orgasmo al año, os dedico este apropiado tema de Búnbury que habla del asunto. Las menores de 18 taparos los oídos.


5 de agosto de 2012

Pequeña y estúpida historia de amor

Pequeña y estúpida historia de hamor que se me ocurrió hace unos días mientras daba una vuelta por la playa. Ambientada por los siempre inmortales poetas románticos ingleses (otra de mis debilidades inconfesables). Otra muestra de lo que da de sí la agosticidad.


El Verdadero Amor Pasa (William Blake)
Mis sedas y mi fino atuendo,
mis sonrisas y mi aspecto lánguido
el amor se lleva
y el lúgubre y flaco desaliento
me trae tejos para adornar mi tumba:
tal es el fin que los verdaderos enamorados hallan.


Su rostro es bello como el cielo
al abrirse los briosos capullos.
Ah, ¿porqué le fue dado
un corazón que es helado invierno?
Su pecho es la venerada tumba del amor de todos,
a la que acuden los peregrinos de la pasión.


Traedme pala y hacha:
traed mi mortaja.
Cuando haya cavado mi fosa
dejad que azoten los vientos y las tempestades;
en la tierra yaceré, frío como la arcilla.
¡El verdadero amor pasa!


Filosofía del Amor (Percy Bysshe Shelley)
Las fuentes se mezclan con el río,
Y los ríos con el océano;
Los vientos del cielo se mezclan para siempre,
Con una dulce emoción;
Nada en el mundo es único,
Todas las cosas por ley divina
Se completan unas a otras:
¿Por qué no debería hacerlo contigo?

Mira, las montañas besan el alto cielo
Y las olas se acarician en la costa;
Ninguna flor sería hermosa
Si desdeña a sus hermanos:
Y la luz del sol ama la tierra,
Y los reflejos de la luna besan los mares:
¿De qué vale todo este amor
Si tu no me besas?

Camina bella (Lord Byron)
Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reune en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Habría mermado la gracia sin nombre
Que se agita en cada trenza de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro;
Donde pensamientos serenamente dulces expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los tintes que brillan,
Y hablan de días vividos en bondad,

Una mente en paz con todo,
¡Un corazón cuyo amor es inocente!

26 de julio de 2012

Hasta aquí

Lo cual no significa ni mucho menos que vaya abandonar este blog, sino todo lo contrario. En la anterior entrada ya expliqué qué ocurre, y durante las largas horas que suponen conducir 1300km en dos días he podido pensar y reflexionar sobre algunos aspectos pendientes de mi vida.

Entre otros, este blog. Mismamente.

Voy a darle una vuelta de tuerca, quizá cambiar el formato de introducción de entradas (sin perder el espíritu, claro), y alguna cosa más, pero esto necesita algo de vida. De paso así puedo ir practicando para el próximo proyecto que muy probablemente se ponga en marcha a partir de septiembre. Seguiré informando.

29 de junio de 2012

Japi

Supongo que a estas alturas de la vida de este blog es algo absurdo plantearse cierto tipo de cuestiones, como los motivos por los que lo tengo casi abandonado desde hace unos meses. Por un lado, sólo es una obligación autoimpuesta, como suelen ser estas cosas. Escribo porque quiero, porque me apetece, porque tengo algo que decir, pero, sobre todo, porque tengo ganas.

Y es cierto que no he tenido ganas, aunque sí motivos. También es cierto que mi ánimo no ha sido el mejor de los últimos años. Es lo que tiene apostar fuerte, perder y tener que asumir la pérdida: resulta ser más difícil de lo que parece.

Pero no creo que hordas de lectores asiduos reclamen la vuelta a mis estupideces habituales. Así que ya volverán las épocas de las risas

Hoy es un día especial por varios motivos. En estos instantes estoy en Granada con unos hamijos celebrando mi cumpleaños. La última vez que lo celebré fue en 2005, así que ya me merecía algo similar. Lo que tienen estos días... Es que no tienen nada. Un año más, una cifra distinta, un año menos que disfrutaré.

A veces he jugado a quitarme edad. Hasta los 25 aparenté más edad de la que tenía, lo cual me vino muy bien durante la adolescencia para entrar en las discotecas. A partir de ahí empecé a estancarme, con envejecimientos repentinos cada cierto tiempo, pero sin superar nunca el límite de la edad real.

Hace un tiempo me echaron cuarenta, aunque la infausta víctima de mi decepción recibió la peor de mis caras fulminadoras, con lo que me pidió disculpas enseguida. Más bien creo que su deseo era que tuviera cuarenta, para no sentirse tan vieja, supongo, o quizá tan culpable, porque enseguida me echó lo habitual, unos años menos de los que tengo realmente. Tengo que hacer la prueba de exagerar, quitarme cinco años o así, para ver cuál es la reacción.

En cualquier caso, hay una rutina que cumplo desde hace unos años. Nunca falta mi sesión de Simpathy for the devil por mi cumpleaños y el cabreo generalizado previo al mismo. Usé esta rutina hace unos meses, la noche que dejé de fumar, así que no sé si este año el hechizo de Sus Satánicas Majestades se realizará.

Bueno, y que no falte tampoco la tradicional felicitación generalizada el día antes o después. Aunque siempre lo agradezco: para dos o tres personas como mucho que se acuerdan de mi cumpleaños sin mirarlo en FaceBook (gracias mamá) sólo faltaría que se lo reprochara.

Es lo que tiene cumplir años en tan mala fecha, que siempre viene mal. Y lo mismo te pilla fuera y ni te enteras.

Lo bueno de estos días es que me permiten ejercer una de las muchas manías que me caracterizan: saber dónde, cómo y por qué estaba tal día. Y con los cumpleaños es perfecto recordarlo. Por ejemplo, sé que en 1988 estaba en Irlanda. En 1991 estaba en Lakeland, Inglaterra. Desde 1992 hasta que terminé la carrera, estudiando como una mona (esos años sí los tengo difusos). En 2003 corrí aterrorizado por la presencia de una salamanquesa que tenía más miedo que yo, en 2005 hice una entrevista de trabajo. En 2006 estaba en Granada, en 2007 en Estocolmo, en 2008 escuchando los gritos en la calle porque no sé qué selección ganó no sé qué eurocopa, en 2009 tomando mojitos en la playa, en 2011 fui al cine con mis sobrinos...

Este año he decidido hacer un punto y aparte: me lo voy a tomar con calma, celebrándolo con buena gente y con el máximo de risas posibles, basta ya de tanta amargura. Me alegro de estar menos perdido que el año pasado, de haberme aclarado con problemas que ya huelen a rancio y a tomar decisiones y llevarlas a cabo.

Es inevitable que haga balance cada seis meses, con el comienzo del año y con el comienzo de MI nuevo año. Quizá la visión positiva sea por darme cuenta que hay personas que cambian tu vida sin ser necesariamente ni amigos, ni compañeros, ni amantes, simplemente están ahí, y esa sea la visión que ha cambiado en sólo seis meses. Personas que pasan por tu vida como un catalizador, que revuelven tu interior, tu hipotético sentido común, que te obligan a tomar las riendas de tu propio destino, quizá, sólo quizá, con la vana esperanza de que algún día te consideren lo suficientemente dignos como para formar realmente parte de su vida, aunque luego no quede ni rastro en ella. Sólo son esperanzas estúpidas.

No es cuestión de ser prácticos y abandonar antes de que los daños sean mayores, sino de saber cuándo hay que retirarse, aceptar apartarte con la satisfacción de saber que has hecho lo humanamente posible (y un poquito más), antes de crear una frustración permanente. Ya me ha pasado antes.

Situémonos hace quince años. Veamos, me encontraba trabajando de becario en la universidad en la que cobraba cuarenta mil pesetas, hacía jornadas de 6 - 10 horas y formaba parte del equipo que mantenía la informática de la máquina burocrática universitaria (o sea, alimentando al monstruo). Había aprendido todos los secretos de esa nueva forma de vivir que era internet, era pionero en el uso del correo electrónico, protocolos IP e instalaba redes en pequeñas empresas para que compartieran su conexión para que los usuarios perdieran un poquito más el tiempo. Faltaba poco para que terminara una carrera en la que ya había dejado de creer, buscándome la vida con la informática, me rechinaban los aires y humos que mantenía el profesorado, cuando llevaba ya bastante tiempo descreyendo de lo que nos enseñaban, o hacían que nos enseñaban, que había de todo.



"Dentro de diez años, estaré empleado en una gran empresa, llevaré traje y corbata, conduciré un monovolumen 50 kilómetros desde el trabajo para llegar a una casa en la que me esperará mujer, niño y puede que perro, y por las noches tendré que meterme un par de lingotazos para conciliar el sueño por darle vueltas a cómo he sido tan idiota de meterme en este lío hipotecando mi vida con lo que se espera de mí"


La verdad es que llevo traje o corbata cuando me da la gana, conduzco mi batmovil, vivo donde quiero y no le rindo cuentas a nadie, en la universidad estudio lo que debería haber estudiado desde un principio (reboot laboral, y van tres) y me meto en los líos que me interesan. Eso, y que los lingotazos a veces vienen acompañados de compañías sanas, casi siempre. Es lo que tiene ser un idiota que no hace lo que se espera de él.


La verdad, creo que estoy mejor ahora. Mejor de lo que he estado nunca, aunque tenga más canas de las que debería.

Hoy toca escuchar a los Rolling, que Sus Satánicas Majestades iluminen este día, que será igual que cualquier otro. La diferencia es que hoy los sueños tienen más fuerza que nunca ya que sé que se pueden cumplir.