31 de octubre de 2012

Canciones pródigas

¿Ya estamos otra vez con las listas? Pues sí, vamos a recuperar un clásico que desde aquellas sobre mis gustos y disgustos, e incluso sobre canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida, incluso españolas, hacía tiempo que no le daba un repaso.

Esta vez es el turno de esos hijos únicos que a veces tiene la música, esas canciones pródigas que, a veces, se instalan en tu memoria musical. Soy capaz de escuchar muchos estilos, incluso pueden atraerme distintos tipos sin importarme demasiado ni que esté de moda, ni que la letra sea incomprensible o incluso que la vida privada y/o pública de los compositores no sea todo lo adecuada que debería para su estilo.


Sin embargo, reconozco que tengo mis fobias. No es que aborrezca (bueno, a veces sí) al grupo o al intérprete, sino que no son de mi palo y, por tanto, no me gustan. Y si no me gusta, yo lo siento, pero no me gusta, y ni escucharlo constantemente en la radio o en el equipo de alguien hará que cambie de opinión.

Eso no significa que abomine, lo difame o no sean buenos. Como músico aficionado, reconozco que hace falta tener mucho valor para subir a un escenario y trabajar en el mundillo de la música (que tiene muy poco que ver con lo que nos cuentan) y mucha suerte y perseverancia para triunfar si realmente se merece. Cuidado, que no hablo del talento o el virtuosismo, porque de ambos están llenos los andenes de los metros del mundo.

A veces, esos grupos o intérpretes a los que rechazo, insisto, porque no me gustan, tienen una perla, una pepita de oro, a la que me agarro para justificar mi misantropía musical. Se trata de un tema, uno solo en toda su carrera musical, que me parece una joya, una maravilla, y demuestra que, efectivamente, el talento, la inspiración y el saber hacer forman parte de la profesión del grupo o intérprete, y que yo, en mis limitaciones, no he podido, no he querido o no he sabido valorar.


Aunque también está la opción de que no me guste porque se vaya a lo fácil, a la fórmula que ha dado beneficios y no se innove en 30 años. A los Rolling les ha funcionado 50 años. A Víctor Manuel y a Estopa también. ¿Por qué cambiar algo que ya tiene su público? Bueno, Búnbury lo ha hecho. Por eso en cada disco con un estilo nuevo gana y pierde adeptos de distinta condición. Pero él es él y, te guste o no, es un personaje único.

A continuación les dejo algunas de las canciones pródigas que me parecen una auténtica maravilla, de artistas y grupos que no me gustan, e incluso me dan algo de grima. Insulten, comenten y hagan su propia lista en los comentarios o en twitter.

Cuando el mar te tenga – El último de la fila
Creo que le cogí asco a este grupo por lo pesado que era mi hermano, todo el santo día escuchándolos. En casa, en la radio, en el coche, en el trabajo, en reuniones familiares, en cumpleaños, en navidad… Me caen estupendamente y son un par de monstruos, incluso a Manolo García le he visto en directo varias veces (por imposición, claro) y reconozco que es un máquina.

Pero que no.

Sin embargo, este tema se me metió en las venas escuchándolo un verano adolescente de principio de los 90 muerto de calor, mientras esperaba a que me pusieran una cerveza (no creo que tomara copas en aquél entonces). Me llenó tanto que incluso pensé que era una versión (hubo algunos imitadores de EUDLF por aquella época) de alguna otra canción que había oído de niño. Pero no, es original e intransferible de estos catalanes inclasificables y me sigue llenando como el primer día.


Hoy todo va al revés – Anotnio Orozco&Tote King
El que me conoce sabe que el movimiento del estilo rockero-cantautor-sufridor que encabezó en su momento Sergio Dalma no me va. Nada de nada. Si a esta combinación le añades el 'flamenquito', ya has terminado de conseguir que me den ganas de arrancarme los oídos. Pues eso, más o menos, es el estilo Orozco para mí.

Recuerdo que pasé casi un año en una oficina estilo americano, compartiendo espacio con 10 compañeros más, con Kiss FM de fondo, escuchando una y otra vez, UNA Y OTRA VEZ, el lamentoso y lamentable “devuélveme la vida” de Orozco, a veces solo, a veces con Malú.

No sé cómo sobreviví cuerdo a esa etapa de mi vida. Tampoco cómo, un par de años después, tras tragarme dos horas de concierto para hacerle dos preguntas al final y que dijera que no le apetecía, no le hice comerse el micro a Malú. En fin, este tema demuestra que, si se quiere, se puede. Tremenda mezcla de rock, funky y hip hop con el amigo Tote.


Rutinas – Chenoa
De esta chica hay poco que decir. Tiene una voz increíble, una personalidad arrolladora y un estilo entre chabacano y divino que me pone. Evidentemente, no es mi rollo aunque le deseo todos los éxitos. Me gusta mucho este tema, el estilo, la atmósfera, las guitarras, los cambios de ritmo, la letra… No sabría decir exactamente por qué, pero me relaja mucho.


Un día en el mundo – Vetusta Morla
Se supone que para molar hay que tener algo interesante que decir y además revestirlo de una estética con la que tus seguidores puedan identificarse. Este grupo madrileño, que empezó tocando en colegios mayores, no cumple ni una cosa ni la otra. El escuálido cantante de voz extraña pronuncia palabras que forman frases, y a su vez éstas frases conforman canciones... Que no me dicen nada. Absolutamente nada. Que alguien me explique qué coño significa esto:

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar
Copenhage

Sin embargo, éste tema me atrapó en su momento, quizá por su versión acústica (que recomiendo buscar) rodada en un plano secuencia desde su casa hasta la FANC Callao. O quizá por el estribillo, despechado, retador y a la vez entrañable. O quizá porque en el momento en el que la escuché la tarareaba una y otra vez. Pero bueno, aunque no me digan nada, yo soy feliz de que su juego me haya dejado así.


Alejandro Sanz – No es lo mismo
Aborrezco que este chico vaya de andaluz cuando es de Moratalaz, por mucho que sus padres sean gaditanos. Ketama, por ejemplo, llevan lo de ser madrileños estupendamente. Eso entre las muchas cosas que me dan asquete de él. Pero este chico ha formado parte de mi vida casi desde sus inicios. Mi primera novia, a principios de los noventa, le adoraba cuando pisaba fuerte e iba de chachiguay. Un amigo gay le idolatraba y tenía el corazón partío por él a finales de la década. Algunos de los trabajadores de la primera empresa en la que trabajé estuvieron de gira con él durante un año y no les dirigió la palabra a ninguno de ellos en todo ese tiempo. Y yo cada vez le cogía más asco.

Pero hace unos años, oh maravilla, Alejandrito se enguarró, le dio por rapear, ir de enrollado y componer un tema no sólo digerible sino chulo y reivindicativo que, maldita sea, hasta me parece divertido. Pues nada, bendita excepción: que le vaya de madre.


Todo – Pereza
Lo peor de ir de malote es que detrás se esconda un moñas, un puto moñas. Comprendo que la música está para ganar dinero y para eso el rock and roll está pasado y tiene un público minoritario. Comprendo que Los Rebeldes tuvieran su momento y hoy en día un grupo de rockabilly que apesta a testosterona tendría poco éxito. Comprendo que tener un directo impecable labrada en miles de actuaciones, una estética descuidada-estudiada y unos amigos en la compañía que te apoyan cuando se te ocurre la feliz idea de bombero de REPETIR un disco entero con duetos con tus colegas, creyéndote, qué sé yo, U2 o Springsteen, es un valor añadido a lo que puedes aportar. Pero, insisto, lo que es imperdonable es ir de rebelde y malote desde el púlpito del rockandroll y cantar al amor más empalagoso.

Pero, cuando escucho este tema, recuerdo que su letra definía exactamente mi situación en aquél 2006. Escucharla entre besos y abrazos, repitiendo “todo todo…” mirando a los ojos y sintiendo que estás viviendo un momento especial, es algo que sólo pasa una vez en la vida. Y sólo por eso les tengo respeto a estos moñas que cantan con más desgana que arte.


Fuera de lugar – Revólver
Me remito a la argumentación anterior, y además añado: el rock exige una estética, y sólo unos pocos elegidos tienen el derecho a estar gordos sobre el escenario y seguir siendo la puta hostia. BB King o Van Morrison por ejemplo. Carlos Goñi es un gran compositor, a pesar de imitar en todos y cada uno de sus discos a Bruce Springsteen, pero siempre ha sido un falso rockero. Y es que, amigos, cantar de la pena del desamor lo hace cualquiera. Pero escupir a la tristeza, hacerle un corte de mangas y cagarse en todo con la suficiente elegancia y chulería, esgrimiendo una sonrisa sardónica, eso, amigos, ¡eso es rock and roll!

Pero con este tema, exactamente con éste en acústico, el colega me ganó. Lleva veinte años cautivándome, haciéndome hervir la sangre y bombear adrenalina cada vez que la escucho. Y, a estas alturas del partido, han sido muchas. Joder, escucho los coros de Casañ, la base rítmica o los rasgueos de guitarra y se me ponen los putos pelos como escarpias. Inmejorable.


Laura no está – Nek
Vale, no os riáis. Es evidente que este chico no es santo de mi devoción, pero le reconozco que, a pesar de ser un claro producto mediático, su referente musical es Sting, lo cual es un buen principio. Y además compone sus propios temas que, aunque no me gusten, tienen calidad musical suficiente.

El caso es que, para mi horror, este tema me gustó desde el principio y ahí sigue, con su estribillo pegadizo y su cadencia al entonar los finales. Y esta sí es una forma elegante de ser moñas.


Sangre española – Manolo Tena
¡Ay, Manolete! Cantas en ‘Alarma!!’ después de inventar el “teatro rock” con ‘Cucharada’, un grupo relativamente aceptable de los 80 aprovechando el reflujo de la movida madrileña, te exiges triunfar en solitario, un éxito que a pesar de tus amigos no llega, te vas a Miami a triunfar y componer, consigues hacer un disco lleno de éxitos fáciles, una gira con tus amigos que se apropian de un tema ajeno (‘Contamíname’ de Pedro Guerra) y ganas lo suficiente como para sacar algo modestito de vez en cuando y vivir holgadamente los próximos 20 años. Y todo esto sin cambiar tu cara de pasmao y tu aire de chulería.

En fin, que no me cae muy bien, pero le reconozco su talento como compositor, que es en lo que se gana la vida realmente. Sobre todo cuando escucho este temazo que, por mucho que he buscado, no he encontrado instrumental. Una preciosa melodía con una letra acertada que enamoró a mujeres de todas las generaciones. A mi madre, por ejemplo.


Contigo - Joaquín Sabina
Finalizo esta entrada con Sabina, el bardo de la clase media durante generaciones, letrista excepcional y compositor de varios himnos generacionales, que me aburre hasta la extenuación. No quiero crearme enemigos, simplemente diré que el rollo cantautor no me va nada, y Sabina es su paradigma. Su afán de convertirse en el Bob Dylan hispano a veces le hace parecer ridículo, empezando por el bombín y acabando por esas poses ridículas, y más desde que ha dejado de fumar.

Pero su talento es indudable, y su falta de cualidades vocales (a imagen y semejanza, y también a la sombra de Bob) no impiden que sea el creador de uno de los temas románticos más preciosos que he escuchado en mi vida. Sin reproches ni pagafantismo, sólo amor incondicional, de ese que cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.