El crecimiento de internet en los últimos años (internet 2.0 que llaman los entendidos) no se puede entender sin la presencia de nuestros compañeros de fatigas durante los últimos miles de años, los gatos. Los egipcios lo sabían, los mesopotamos también. Las brujas y la sabiduría popular fomentaron el respeto (sembrando el embrión del miedo también) hacia los mininos. Incluso en el acervo cultural español se continuó con las coñas hacia estos pequeños felinos en época de hambre e ingenio: “que no te den gato por liebre”, “tengo más sueño que una cesta gaticos”, “tienes más vidas que un gato”, etc.
A lo que voy… ¿No son adorables los mininos? ¿No son fotogénicos?
Pues sí… Pero personalmente estoy un poco harto del tanto gatico suelto por Internet provocando sentimientos que las noticias de hambruna, guerras e injusticias institucionales no provocan en la prensa diaria.
Hace años tuve una novia que me preguntó si yo me ponía en “modo gato”. Ante mi evidente cara de perplejidad, me aclaró que había gente que lo hacía. En mi imaginación empezaron a formarse espantosas imágenes de gatos de metro ochenta barrigudos lamiéndose las patas exclamando lastimeros maullidos (ni por un momento pensé en estilizadas Catwomans sonrientes forradas de cuero negro, I promise!). Mi desconcierto siguió con una breve explicación del llamado “modo gato”: observación displicente, contoneo irreverente, irreverencia irrespetuosa, ronroneo egoísta…
Pues va a ser que no. No es que sea más de perros, es que Garfield tiene su gracia, pero es un capullo integral. Además, yo soy más de dragones (el gato de Chershire es una excepción). Como dice el maestro Terry Pratchett, “En el pasado los gatos fueron adorados como dioses y todavía no lo han olvidado”.
Lo sorprendente es que después de esta aclaración comprobé que la gente más hija de puta que he conocido son orgullosos/as poseedores/as de gaticos, de género femenino a ser posible (aclaro, esto no quiere decir que todos los poseedores de gatos lo sean). “Gatas”, que son dueñas de la casa mientras su dueño/a paga la hipoteca. El “carácter gatuno” es aprendido, los gatos se lo enseñan a sus dueños en dos días. Y el método infalible: si rompes algo valioso, ronronea; cualquiera te lo perdonaría.
En fin, que si estás un poco harto de tanto gatico, tanto “modo gato”, tanto LolCat en los foros, tanto ronroneo de novios/as que te la han jugado, de la fotogenia inherente a los mininos y de la pesadez de sus dueños, hazte fan de esta página y nos echamos unas risas (gatunas, concretamente).
Tú lo sabes, Futurama lo sabe.
PD: Abstenerse gente sin sentido del humor que desconoce el significado del término ‘ironía’
2 comentarios:
De las Catwoman tengo buenos recuerdos de los carnavales.
Pero el único gato al que le tengo respeto es a Silvestre el de piolin,
Fíjate, si yo tuviera un gatico lo vería como el gato de Chershire, el de Alcia en el país de las maravillas. No me digas que no mola, con esa sonrisa socarrona taaaaaaaaaaan adorable....
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